domingo, 9 de septiembre de 2007

Entre Barrotes

Tras un día agotador, ella, bajó del colectivo que la dejaba a pocas cuadras de su casa. Escuchó una alarma, su pensamiento fue: -"Dios que no sea la mia". Sus pasos se fueron haciendo cada vez más temerosos y cortos.
Al encontrarse a unos cinco metros de su casa la impotencia le lleno los ojos, dejando caer un escalofrio por su espalda. !Auxilio¡ fue su ahogado grito, pero nadie se detuvo a ayudarla ni consolarla.
Su solución fue encerrarse entre barrotes, mientras los invasores, sueltos y sin miedo, en las calles de santiago, haciendo saltar alarmas.

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